miércoles, 30 de marzo de 2016
viernes, 25 de marzo de 2016
#15 La batalla por la conquista de la silla eléctrica
Fue hace más de un año cuando llegué al punto de no retorno con respecto a mi movilidad. No podía seguir saliendo a la calle sin aguantar 50 metros, echada hacia adelante para evitar las mioclonias y con dolores insoportables. Un día que tuvimos que salir a hacer unos trámites me derrumbé en un banco, mis músculos no soportaban mi peso, y una vez más tocó afrontar otro duelo y hacerme a la idea de más cambios drásticos.
Mi doctora de Atención Primaria vio necesario por mi estado que se me recetase una silla eléctrica que me dotara de más autonomía y movilidad, y aunque costó digerirlo, era la realidad que tocaba aceptar. Provisionalmente me cedieron una silla de ruedas del ambulatorio, no estaba mal pero pesaba muchísimo y era muy grande, al menos hacía el apaño mientras llegaba pronto la otra (ilusa de mí).
Meses después ya acostumbrada a las miradas
indiscretas y preguntas de la gente, al fin llegó la cita con la doctora de
Rehabilitación que iba a darme la silla que tanto necesitaba. Tonta de mí que
lo daba por hecho cuando entré a la consulta y me encontré caras largas. Por lo
visto, mientras todavía pudiese andar (así fuera encorvada y 50 metros a lo
sumo con apoyo), no procedía recetarme la ayuda que precisaba para tener más
bienestar. A esto le añadimos que al padecer una enfermedad rara, difícil de
medir y totalmente desconocida por aquella profesional, menos estaba por la
labor de ayudarme. Acostumbrada a las negativas y malas experiencias en la
sanidad, me lo tomé como el inicio de “la batalla por la conquista de la silla
eléctrica”.
Me encontré con muchísimos impedimentos ya
que querían solucionar mis necesidades con una silla de autopropulsión, lo cual
es inadecuado para mí ya que tengo una intolerancia al ejercicio que me lo
impide. Viendo como una tras otra visita me seguían poniendo pegas pese a
aportar informes médicos, no me desesperé, así me estuvieran pidiendo que
llevase las Bolas del Dragón de Bola de Dragón Z.
Pregunté a mitos de otras Comunidades
Autónomas que no habían tenido problemas, pero en su mayoría eran de
comunidades donde tienen la suerte de contar con un centro de referencia en
patologías mitcondriales (Cataluña y Madrid). En Andalucía la situación era
cruda, pues además me encontraba con el panorama de los recortes en las ayudas
y el endurecimiento de los requisitos. Fija a mi objetivo, fui reuniendo mis
particulares Bolas de Dragón para conseguirlo.
Es de agradecer que haya buenas personas en
el mundo como mi amiga Montse que al ver el trasto que llevaba por silla de
ruedas, no dudó en donarme la de su padre que es de aluminio. Mi Manolita (como
cariñosamente la llamamos) supuso un respiro para las espaldas castigadas de
mis seres queridos, en especial mi marido, y nos dio más libertad.
No en pocas reuniones y conferencias ante
distintas autoridades expuse mi situación personal, llamando a la atención de
lo mucho que hablan de la autonomía que debemos conseguir las personas con
diversidad funcional pero lo poco que predican con el ejemplo en cuanto a todos
los obstáculos que me ponía la administración para cubrir una necesidad básica
como es la libertad de movimiento.
A finales de año la Seguridad Social
reconoció mi grado de incapacidad y supe que la batalla podría estar más cerca
de acabar porque especificaba que necesitaba silla de ruedas. Recopilando más
informes médicos, un año después y mucho más cascada, fui nuevamente a la
consulta de Rehabilitación.
Ya con las bolas mágicas en la mochila, si
con eso me seguían dando negativas iban a conseguir que dejase la batalla para
provocar una guerra nuclear. No pocas trabas me quisieron poner pero,¡ lo
conseguí ! la tan ansiada receta llegó a mis manos casi un año después. La
batalla por la conquista de la silla eléctrica había terminado.
Fue tal mi ansia que al día siguiente fui a
la ortopedia y salí con la silla eléctrica puesta, regulada y lista para rodar. Los
técnicos muy amablemente llamaron a un taxi adaptado y al mediodía me la llevé
a casa. Desde ese momento no se me ha borrado la sonrisa.
Mitoguerrera feliz como una perdiz |
Es muy emocionante ver como algo que muchos
no aprecian puede darte tanta calidad de vida. Paso los días encerrada, como un
pajarito en jaula de oro porque dependo de los demás, esperando a que descansen
o tengan un hueco para que me dé el aire. Aunque por mis circunstancias sigo
sin poder salir sola, al menos ya lo hago por mí misma y voy tan cómoda que no
me agoto.
Ahora mi siguiente batalla es conseguir un
coche adaptado, lo cual se torna difícil por el desembolso económico que supone
comprarlo y el que tenemos no se puede adaptar (será algo así como reunir los
Horrocruxes de Harry Potter). Mientras vamos haciéndolo, disfruto de paseos por
el barrio ignorando las miradas indiscretas de la gente que no entienden el por
qué de mi sonrisa. Para ser feliz no basta con estar sano, conozco a demasiados
infelices que lo tienen todo y son incapaces de apreciar la esencia de la
vida. Moverme por mi misma es un
privilegio que hace tiempo perdí, y haberlo recuperado significa mucho.
Vosotros, los que podáis andar sin problemas, no dejéis de pensar en la
importancia que tiene avanzar, sea como sea, para vivir vuestras vidas. No nos
miréis con lástima a los que lo hacemos utilizando otros medios porque aunque
haya gente que no lo supere, los que hemos aceptado nuestra situación estamos
muy orgullosos de poder hacerlo.
Os dejo el enlace de un vídeo que publicó ASPAYM en el que se me ve probando mi silla de ruedas eléctrica antes de llevármela
Os deseo un final de puente excelente y como
siempre espero vuestros comentarios y mensajes. ¡ No dejéis de pelear ¡
viernes, 18 de marzo de 2016
#14 18 de marzo, día Mundial del Sueño
El sueño, para algunos una
pesadilla y para otros un dulce placer. Las personas no suelen darle la
importancia que tiene hasta que experimentan problemas para conciliarlo o
duermen demasiado, y es entonces cuando nos ponemos hasta nerviosos al pensar
en el momento de quedarnos dormidos.
Como mito que soy, me considero
una auténtica marmota. Es difícil creer que hace algunos años, con dormir 6
horas al día me bastaba pese a que siempre estaba cansada. Cuando tenía
preocupaciones me desvelaba y he llegado a pasar varios días sin dormir, lo
cual es muy peligroso, ya que dormir es totalmente imprescindible para
restaurar nuestro organismo y regular nuestros biorritmos. Sin embargo, de aquí
a un tiempo eso ha cambiado.
Ya no cuento las horas que estoy
dormida, sino las horas que estoy despierta, por lo que supongo que hoy debe
ser un día grande para mí! (modo sarcástico activado). Últimamente esas horas se reducen a unas 8
seguidas, lo cual es preocupante. Nuestras células trabajan bajo mínimos y necesitan
más horas para restaurar. Cuando se vive con el nivel de energía al límite,
dormir es una necesidad mayor que no entiende de compañías ni obligaciones.
Todavía paso vergüenza cuando
alguien me está hablando y me quedo dormida. ¡Os prometo que no es por falta de
interés! Mi cuerpo no entiende de cortesías sociales. Si él dice que entra en
modo reserva, ya puedo pegarme los pellizcos que quiera que me duermo igual.
Soy afortunada al contar con un entorno que respeta esta peculiaridad mía y no
se asusta de mi amor por soñar.
Es molesto cuando para ti es un
tema preocupante y otros lo ven como pereza. Me irrita cuando me llaman por
teléfono y a duras penas logro a contestarlo para que me recriminen que siga
dormida. Sé que desde fuera es difícil de entender, pero para nosotros los
mitos algunas veces solo abrir los ojos ya es una proeza. Imaginaos que
llevarais 48 horas despiertos y se nos antojase salir de compras, ¿os sentaría
bien una llamada donde lo más suave que te llamasen es gandul?
En ocasiones siento que la vida
se me está escapando entre sueño y sueño, porque si algo se caracteriza al mío,
es que apenas alcanzo a dormir 4 horas seguidas, lo que incrementa mi fatiga.
Así que vives como un zombie que cuando tiene que estar activo está deseando
pillar el sofá pero cuando lo pilla nunca se cansa de él. Me conozco todos los
sofás de casas de mis amigos incluso alguna que otra cama. Algunos niños con
esta enfermedad pueden pasar días seguidos sin despertar. ¡Se puede decir que
los mitos somos los campeones del sueño!
Así que como siempre me lo tomo
con mucha filosofía y aprovecho al máximo los días en los que las baterías
están más cargadas. Aprendes a medirte de forma que si sabes que tienes alguna
actividad por la mañana (como puede ser ir al médico), te esperará una gran
siesta. Y si por el contrario tienes que hacer algo por la tarde (cosa que
evito), solo despierto para desayunar y almorzar. Y lo que es más importante,
evito sentirme culpable por dormir tanto, porque no es algo que haya elegido,
es una necesidad.
¿Tenéis o conocéis a alguna
persona con una enfermedad crónica que sea honorífica de la festividad del día
del sueño? Y en el lado contrario, ¿cómo lo lleváis los que no podéis dormir?
¡Espero vuestros mensajes y
comentarios!
jueves, 10 de marzo de 2016
martes, 8 de marzo de 2016
#12 El duelo
Con esta entrada os muestro una parte más oscura porque
voy a hablar sobre la etapa que pasamos
todos los enfermos crónicos cuando nos toca asimilar que nuestra vida nunca
volverá a ser la misma. Casi todo el mundo asocia este término con el proceso
que se vive tras la muerte de un ser querido, pero también evoca al momento en que decimos adiós a las
personas que éramos antes para aceptar a las personas que somos ahora. Este proceso es el duelo, una auténtico enfrentamiento donde emociones de todo tipo florecen y marcan un antes y un después en nuestras vidas.
Hubo un antiguo yo del que quiero hablaros, era una joven muy activa,
incapaz de estarse quieta, con ganas de comerse el mundo y acostumbrada a hacer
mil cosas a la vez. Si, esa chica estaba enferma, pero todavía no había llegado
al punto de no retorno al que llegó, y pese a las continuas idas y venidas a
médicos y salas de urgencias, se negaba a sucumbir ante el “fantasma” que se
apoderaba de su ser. Esa joven que con
alegría se enfundaba el chándal para ir al gimnasio, comenzó a derrumbarse,
siendo incapaz de asimilar que su cuerpo
llevaba mucho tiempo gritando basta, hasta que reventó. Y qué manera de reventar
amigos, fue como un volcán. De repente el mundo se paró y esa chica con él,
entrando en estado de shock.
Al principio, ese yo no quería ver la realidad, pensaba que todo se
trataba de un mal pasajero. Y así, contando los días, pensaba que todo era una
mala racha que tenía que terminar. Los días se convirtieron en semanas, y las
semanas meses. Poco quedaba ya de ese yo independiente, ahora era una persona
que no podía salir de casa y apenas andar. Mientras el mundo de la joven
asustada se desmoronaba, intentaba coger
los añicos que iban cayendo de aquella ruina para volver a reconstruirlo, pero
cuando a la tierra se la lleva el viento, poco o nada se puede hacer por
intentarlo.
Un día, esa chica reaccionó y supo que tenía
que despedirse de ese yo que agonizaba y empezar a construir uno nuevo, comenzó
su etapa de duelo.
El duelo fue muy doloroso. Tenía que dejar
atrás cosas que amaba y aceptar que pudiera ser que no volvieran, algunas
irremediablemente. Era muy difícil decir adiós a cosas que le habían alimentado
día tras día. Cuando la joven fue a vaciar su taquilla del gimnasio, tras meses
pagando la cuota sin ir, supuso aceptar que el primer hoyo estaba cavado y
enterrado, y todas aquellas cosas se quedaron en un viejo cajón del olvido, sepultadas
esperando un milagro.
Peor fue enterrar la vida laboral que tantas
satisfacciones le había dado, la joven veía como de sus manos se escurrían
aquellos sueños conseguidos que con tanto esfuerzo había alcanzado. ¿Por qué
demonios había que sepultarlos tan pronto? Era incomprensible.
La autoestima es algo que se suele dañar
seriamente durante el duelo. La gente cambió alrededor de esa chica que ya no
era tan divertida y la mayor parte del tiempo mostraba preocupación. Los amigos
comenzaron a alejarse, aunque algunos se quedaron, solo los que de verdad la
querían. La joven viéndose incapaz de llevar una vida normal, fuera de toda esa
oscuridad, tuvo momentos de sentirse desechada por todos.
El duelo nunca deja de sangrar pero se
acepta, y recogiendo todas esas cenizas se comienza a construir un nuevo yo, y
lo sorprendente es que esa nueva persona es mejor que la anterior. Esa chica ya
no puede practicar deporte, pero cada paso que da por si sola supone un triunfo
inmensamente mayor que cualquier meta antes conseguida. Esa joven ya no sale de
fiesta, pero ha aprendido a disfrutar de las pequeñas cosas de tal manera, que
solo sentir el sol en su piel despierta más emociones que cualquier festival en
el que hubiese estado. Ella ahora es capaz de llegar donde nunca imaginó porque
su determinación es clara y sus motivos para luchar muchos, y no lo hace sola.
Ahora se rodea de gente que ha pasado sus propios duelos y ayuda a los que lo
están viviendo, y cuenta con amigos que estando enfermos o no, la quieren y la
acompañan en la dura travesía que le ha tocado enfrentar.
Hay personas que pasan el duelo y ganan el
mejor premio, la resiliencia, que es la capacidad de recuperarse frente a la
adversidad para seguir proyectando el futuro con mayor fuerza. Esta joven, que
no es otra que yo misma, cree que la ha ganado. Tras mi tiempo de duelo
riguroso, resurgí como una versión mejor de mí misma, con todas mis
limitaciones y defectos, adaptándome continuamente a la realidad que me va
poniendo obstáculos, sorteándolos con positividad, aunque a veces se torna
difícil.
Otros enfermos pasan años en duelo o nunca
llegan a superarlo, se aferran a su otro yo y no quieren soltarlo. Esas
personas necesitan mucha ayuda profesional y cariño de su entorno. No afrontar
la realidad hace que se encierren en una burbuja que a veces no dejan
traspasar. Si estáis en esa burbuja, ¡ romperla ¡ porque la vida sigue siendo
maravillosa y solo tenemos una oportunidad para conocerla. Por mucho que
hayamos cambiado por culpa de la enfermedad, tenemos que exprimir lo que se nos
ha dado adaptándonos a nuestras circunstancias.
Nunca dejéis de creer en vosotros por muy fea
que se vea la realidad, porque aunque esta no sea fácil, el duelo pasa, y
aunque a veces resurge, aprendes a cavar otro hoyo más rápidamente y a adaptarte
a tus nuevas circunstancias.
Termino cediéndoos el turno para que habléis
del duelo, si lo habéis vivido así o pensáis que es diferente. ¡ Espero
vuestros comentarios ¡
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