jueves, 4 de febrero de 2016

#5 4 de febrero, día mundial del cáncer. Sobre cáncer y mitocondrias

Llevo unos días sin escribir porque mi salud me ha tenido fuera de combate, ya sabéis que las mitocondrias no entienden que yo me haya puesto el reto de escribir dos entradas por semana, así que vamos a sacar fuerzas de donde no las haya para darle su merecido homenaje a todas las personas que luchan contra el cáncer y saber más sobre su origen.

Se podría decir que hasta hace poco la palabra cáncer era para muchos la pérdida de toda esperanza, gracias a la investigación y a la detección precoz todo esto está cambiando por fortuna, aunque la mayoría no podemos evitar que un escalofrío nos recorra por la espalda cuando escuchamos su solo nombre, ya que somos muchos los que hemos perdido a seres queridos por el camino por culpa de esta enfermedad.





Hoy os voy a hablar de la relación que tiene el cáncer con las mitocondrias, porque sí, estimados lectores, las mitocondrias (como en todo) tienen mucho que ver en el desarrollo y funcionamiento de todo tipo de cánceres.





En la actualidad casi todas las terapias contra esta enfermedad van dirigidas a determinadas mutaciones en genes específicos que se han relacionado con el cáncer, dándose mutaciones muy diversas, distintas en cada persona, e incluso también dentro del mismo tumor, lo que conlleva que las terapias génicas que se quieren obtener se encuentran con la gran barrera de la heterogeneidad genética que demandan los tratamientos personalizados.





Muchos científicos sostienen que el cáncer no es principalmente una enfermedad genética, sino una respuesta a un estrés crónico epigenético, y os preguntaréis, ¿qué quiero decir con esto? Pues que nuestras células ante la batalla que supone enfrentarse al estrés constante, reaccionan provocando diferentes mutaciones adaptativas para permitir a las células sobrevivir y multiplicarse, lo que las predispone a sufrir una transformación maligna.

Las células cancerosas tienen un metabolismo energético anormal, tal y como descubrió el premio nobel de medicina Otto Heinrich Warburg en las década de 1920, lo que ha llevado a algunos investigadores a considerar al cáncer como una enfermedad metabólica. Las células cancerosas tienen un hambre voraz de glucosa, por lo que dependen  en gran medida de la glucólisis para obtener energía a diferencia de lo que ocurre en una célula normal, lo que se conoce como el “efecto Warburg”. Este  señor fue el primero en proponer que estos cambios suponían la base de la disfunción mitocondrial y principal causa del cáncer.

El efecto Warburg fue dado de lado cuando se empezó a considerar al cáncer como una enfermedad genética causada por los oncogenes, pero ha comenzado a ganar terreno nuevamente  ya que los investigadores han empezado a prestar más atención a la bioquímica, considerando al cáncer como una enfermedad de desequilibrio en el balance energético de electrones, ya que los electrones son los que animan la vida celular con su electricidad.

Las células cancerosas no sólo tienen ese gran apetito por la glucosa , sino que son resistentes a la apoptosis (suicidio celular), destino que normalmente tienen todas las células con mitocondrias disfuncionales, y si le añadimos que no tienen suficientes electrones, esto hace que aumente la predisposición a la malignidad

                                  ¡Espero que se me haya entendido!



Actualmente los enfermos de cáncer tienen grandes esperanzas en el estudio que se está desarrollando en el laboratorio MitoXT (Mitochondrial Toxicology and Experimental Therapeutics Laboratory)  del Centro para la Neurociencia y la Biología Celular de la Universidad de Coimbra (Portugal), donde trabajan en una línea centrada en la evaluación de las alteraciones mitocondriales en el cáncer. La investigadora Teresa Serafim resume este estudio como una profundización en las alteraciones en la función mitocondrial que ocurren durante la carcinogénesis y cómo estos cambios pueden servir como un objetivo terapéutico.
Laboratorio MitoXT Fuente: Teresa Serafim

Uno de los últimos trabajos de este laboratorio, se centra en la caracterización de las principales alteraciones mitocondriales en modelos celulares de cáncer de mama. Las mitocondrias de estas células tumorales presentan una diferencia de potencial de la membrana superior en relación a las células normales, por lo que el interior de las mismas se encuentra cargado más negativamente que el de las células normales.

Y después de todas este conocimiento científico que seguro no os ha dejado indeferentes, os cuento porqué es tan importante para mí. Durante generaciones, las mujeres de mi familia materna han muerto o padecido cáncer de mama, lo que conlleva que esté muy vigilada. Mi abuela y mi tía sucumbieron al cáncer, y otra tía mía y mi prima han luchado contra él quedándoles secuelas. Teniendo en cuenta que mi madre es la portadora de mi mutación en el ADN mitocondrial, esto me hace pensar que no hay casualidad en estos hechos, por lo que nunca debemos perder de vista que nuestra predisposición a padecerlo es mayor.

Sabiendo todo esto, hoy me lleno de optimismo y esperanza porque sé que si los investigadores pueden continuar su trabajo, podremos vencer al tan temido cáncer. Hoy en día ya está sucediendo, las tasas de supervivencia son mucho mayores y se puede derrotar, aunque queda mucho por conocer y profundizar.

Dedico esta entrada a todos los que lucháis contra el cáncer y más concretamente a mis familiares que perdieron la batalla y me miran desde el cielo, y a los que siguen peleando porque no les gane nunca.


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